sábado, agosto 29

Que rico es que la mimen y la cuiden a una

... decidí regalarme un día de "spa" y el resultado ha sido muy grato.

La semana en la oficina no fue tan pesada como otras, ni mis jefes presionándome, ni compradores exigiéndo mejores descuentos en mis propuestas de negocio; no. No fue así y sin embargo me agotó bastante. Cada mañana amanecía con un plan que cambiaba a cada hora y consigo llevaba tarea tras tarea tras tarea, resolviendo detalles, cabos sueltos, casos pendientes, TODOS se juntaron y decidieron aparecer en esta semana. Si le sumanos que tenía cerca de 3 semanas durmiendo con intermitencia en las noches, fuera por el bebé, por los cambios de temperatura, por la gripe o por la tos recurrente y malgastante, pues mi cuerpo estaba consumiéndose poco a poco.

Al llegar el viernes, sentada en casa, me sentía profundamente cansada, no abrumada ni exhausta, pero definitivamente cansada y sin baterías ni para ver televisión. Algo bueno: hacía 2 meses que había prepagado una sesión de masajes en la estética y justo hoy sábado iba a tomarlo.

Iba tarde... casi 15 minutos tarde, estaba en la cola, había ocurrido un choque; yo saboreaba mi visita al centro de cuidados y saboreando llegué a mi sesión. Durante 2 horas preciosas una especialista muy gentil y nada parlanchina se ocupó de mis manos, de mis piernas, y de todo mi cuerpo. La meta: dejarme relajada, humectada y con una muy grata sensación de descanso que sin dudas repetiré en las semanas por venir.

Primero exfoliación de manos y pies; aunque mis "manos" empezaron desde el codo y mis "pies" se extendieron desde la rodilla. Luego del masaje con scrub, me enjuagó con agua tibia y un pañito, para aplicarme la parafina con brocha. La sustancia blanca, algo más que tibia fue cuidadosamente esparcida por la piel, entre los dedos, en los talones, en los codos. Después, para promover un mayor efecto de los emolientes, me vendó en plástico transparente, me colocó guantes y botitas y me cubrió toda con una manta térmica masajeadora. Luz muy tenue, música de sonidos de la naturaleza, todo en perfecto equilibrio. ¿Cuánto tiempo estuve así? quizá media hora quizá un poco más. El resultado: extremidades tersas, suaves y muy hidratadas.

Después vino lo mejor: el masaje antiestrés. Vaya que me hace falta. El masaje facial fue breve, presión craneo facial, drenaje linfático, digitopuntura en orejas y rostro; muy chévere. Masaje en brazos y piernas precisos, de abajo hacia arriba, presión exacta sin incomodidades, todo bien. Aroma de vainilla en el ambiente. Cuando empezó a toquetear la espalda, subiendo y bajando a lo largo de los bordes de la columna vertebral, recordé lo maravilloso que es estar descontracturado y flojo... algo que no había revivido en estos 4 últimos años. La espalda fue un TRABAJO. Mientras más se enfocaba en la zona alta, entre el cuello, los hombros y los omoplatos las molestias aparecieron; una leve incomodidad, un poco de dolor, una dureza insondeable. Hizo un gran trabajo sin duda alguna. La diferencia se notó. Lo terrible es que para mi grado de tensión el masaje de hoy fue como una suave agitada del martini; en mi caso eso de stirred, not shaken funciona en sentido inverso, soy de las que necesita shaken durante vaaaarias sesiones.

Salí con la firme decisión de prepagar 5 sesiones adicionales. No sé exactamente cuando cuesta solo el masaje. Yo había comprado el paquete de hoy en una promoción especial y me siento muy satisfecha por haberlo hecho. El lunes, entre una llamada de clientes y un trago de agua a media tarde haré el cálculo correspondiente porque la sensación de estar verdaderamente relajada y sobre todo descomprimida es algo tan indescriptible, que necesito volver a experimentarlo, aunque sea por espacio de 1 hora a la semana. ¡Cada minuto de esa hora vale la pena 100%!