... después del calor de la calle con marchas y protestas ¿el cielo nos invita a naufragar?.
Lo cierto es que con ésta, tenemos 2 1/2 semanas seguidas de lluvias fuertes, intensas, presentes, intermitentes y traicioneras. La lluvia ha sido intespectiva y violenta; agrede hasta cuando garúa. La semana pasada su intensidad nos dejó sin electricidad en casa. Tuvimos varias fallas de luz durante el día (de minutos o par de horas) y otra en la tarde-noche. La tormenta entre eléctrica y huracanada arrazó con lo que pudo. El peor día reventó un árbol grueso en una de las calles de la urbanización y cayó sobre cables de alta tensión. En su trayecto derribó el poste de alumbrado y aplastó la puerta del estacionamiento junto con la mitad del muro de una casa vecina donde funciona un ancianato. Los vecinos angustiados pidieron ayuda hasta por SMS al programa de tv Aló Ciudadano. La situación fue contenida, los restos del árbol rebanados y hasta donde sabemos no hubo lesionados.
El cableado permanecía en la calle el domingo. Guindan a pocos metros de los techos de dos casas y rozan a poca distancia del techo de los carros que duermen por ahí. Las casas calle abajo siguen aisladas porque de casualidad hay paso peatonal, con cuidado y sin apuros. Es una escena de peligro latente.
La lluvia no ha cesado, la brisa suena entre los vidrios por su fuerza. El tendido eléctrico aéreo en toda la urbanización cruza encima de las puertas de entrada de las casas, y en algunos puntos cercanos a los concentradores sorprende la cantidad de cables y tomas que se acumulan. Podaron muchos árboles para evitar futuros incidentes... sin embargo, la lluvia siempre nos deja regalitos.
Anoche la lluvia no durmió tampoco. Se llevó la señal del cable. Fué y vino cinco o seis veces. También medio asustó a la luz. Desperté y aun llovía. Justo antes de salir al trabajo había parado. Yo veo el jardín de la casa y recuerdo el 2006. Jesús creía que estaba paranóica porque al vecino un día se le cayó la mitad del patio llevándose algo de su incipiente terraza. Así que de emergencia tuvo que meter una cuadrilla de obreros que trabajó durante meses, jugando el escondite con la lluvia, hasta que estabilizó el terreno.
Cuando vi aquello empecé a fijarme de la inclinación del patio de mi casita, y con los meses se ha hecho evidente que hay algún tipo de movida subterránea. Han aparecido hundimientos, zonas que demarcan ubicación de soportes... claro, nada está expuesto, nada ha sobresalido aún. Quizá porque el trabajo que hicieron los dueños de la casa hace años aún funciona.... pero la lluvia, la humedad, el tiempo... por estos días lo mantengo observado, mejor prevenir que lamentar.
Quisiera que no lloviera más por lo que resta de día, pero los insectos chillan "negativo". Es inevitable, la lluvia trae muchos regalitos indeseados. Anoche la masacre de insectos y hormigas voladoras fue grande (gracias a Dios que hoy vino la señora que limpia y eliminó los rastros del combate). La mañana después de la lluvia es un azar. Esquivar las calles donde se forman lagunas y con ellas, laaaargas colas de carros en la horas pico se vuelve rutina. El alumbrado de mi calle aun no se reestrablece. Los insectos pululan y hasta he conseguido cucarachas voladoras tratando de escaparse de la tormenta. El arsenal de insecticidas de todo tipo permanece junto a mi puerta para atender este incremento de animalitos molestosos.
Mientras acá llueve y en mi casa el frío aprieta, escucho en la radio que en San Cristóbal (donde llovía sin mesura quince días atrás) acaban de sufrir un sismo grande 5,5... Seguro que entre los derrumbes y reparaciones de vías por la crecida de ríos y desbordamientos que causó la lluvia, ésto era un obsequio que no necesitaban... Por ahora solo oigo sapitos y pienso que el tiempo cada vez está más loco.
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