No he tenido tiempo

... de sentarme a tomar sol en las sillas de la plaza.
... de escaparme a la playa para un desayuno furtivo y regresar cuando los demás estén bajando.
... de ensayar unas vacaciones paradisíacas tomando cahipiriñas o aprendiendo a esquiar.
... de transplantar nuevas flores al jardín para que se vea primaveral.
... de redecorar el cuarto o algun rincón de la casa para sentir que estoy estrenando.
... de visitar a mi abuela que no veo desde hace 4 años.

No he tenido tiempo de disponer mi tiempo. Me he ubicado en el plano medio de las labores familiares, hogareñas y sobre todo laborales. ¡Acaso me agendé espacios para atención médica y llamadas telefónicas! ni siquiera minutos periódicos a la semana para teclear en el blog. Y ahora debo estudiar de nuevo y es un examen inaplazable.

Ironía.

Agosto y septiembre se supone que son meses de "vacaciones" que el mundo adulto significan trabajo, pero con algo menos de presión. Eso me descontroló y perdí ritmo de todo. Ahora, me fijo que no he tenido tiempo de ir al teatro a disfrutar una buena pieza. Que aburrido. Prefiero el agetreo habitual porque al menos, por el stress me obligo a desconectarme pero rindiendo cada minuto al máximo.

Comienza octubre. El balance anual está como en baja... ahora necesito tiempo para completar la lista de pendientes. ¡Bárbaro! me doy cuenta de que soy mala para romper viejos hábitos.