domingo, marzo 30

Mi orgullos jardín: finalmente voy aprendiendo

... a cuidar más que a matar a las platitas que adorna el patio de la casita. Simplemente he tenido más bajas que altas en esto de la jardinería pero sigo intentándolo y finalmente parece que las cosas van siendo productivas.

Estoy orgullosa de haber mantenido vivas ciertas plantas que estaban cuando nos mudamos. Orgullosa de que sigan floreando y de que hayan mejorado con el tiempo. Ese es el caso del rosal.

La dueña de la casa tiene 4 matas de rosas,altas, expandidas, con unos cuantos años de vida que siguen floreando cada semana. El reto para alguien como yo era no matarlas e incluso ayudarlas a vivir bellas como estaban siempre.
Luego de algunos raspones y uno que otro tímido pinchazo hoy en día soy yo quien poda las rosas, las corta si están muy altas, arranco el exceso de tréboles en sus cercanías, desmalezo la cerca detrás de ellas para que se vean bellas, "cosecho" las flores justo antes de que el viento las despeine y rieguesus pétalos por toda la grama; soy yo quien está pendiente de si crecieron mucho o si alguna enredadera abusiva trata de atrapar un botón entre sus hojas.

Cada quince días aparece un puntito rojo en la mata. Ese puntito rojo es un retoño que empieza su camino y conforme crece es como una rama vinotinto llena de hojitas rojizas. Se ve muy genial.
Hoy el rosal siempre tiene puntitos rojos y me encanta. Chequeo los nudos, le quito los capullos secos o acabados, me esfuerzo por recordar siempre que debo cortar las ramas por los nudos en diagonal para que el tallo no se trunque, sino por el contario,
siga retoñando o siga creciendo. Realmente me siento orgullosa.

Me fijé hace días que tiene pulgones una de las ramas secas y pensé en comprar insecticida para aplicarlo yo; pero en vista de la toxicidad prefiero esperar que el jardinero aparezca el mes próximo se encargue del tema. Mientras tanto he logrado que crezcan hojas nuevas donde antes había solo ramas secas, y hasta una de las matas más débiles, que estaba en franco camino a su extinción, me regaló la semana pasada una hermosa rosa rosada y ha empezado a tomar fuerza una ramita esquiva que corona un capullito prometedor.


No creo que haya desarrollado la experiencia necesaria para sembrar un rosa de cero,
(aunque lo he pensado en estos días) pero me siento feliz por mantenerlas viviendo una buena vida. Mi reto ahora lo extiendo a la grama. La sequía esta fuerte, no llueve desde hace semanas, el sol es implacable sobre la grama del patio y el racionamiento de agua no ayuda mucho. Como quiera que sea estoy decidida a mantener la grama tan verde como sea posible y también allí estoy logrando la meta.

El jardinero se alegró cuando vió que el trabajo de la semana era más barrer las hojarazca de los mangos en vez de pensar replantar la grama o tomar medidas extremas para su recuperación "Ahhh.. la tiene verdecita" y yo sonrisa colgate en mi interior.
La sequía aun tiene camino que seguir, y yo
cada vez menos tiempo en la semana para atenderlas. Sin embargo ahí vamos, constancia, paciencia y pidiéndole a mi esposito y a la señora que limpia que se acuerden de echarle agüita que no sean pichirres, al final del día, a todos nos encanta ver por la venta el jardín lleno de flores y la grama provocativamente verde.

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