... y estaba por ahí en la Galería de Arte Nacional redescubriendo lo grato que es este espacio, y el gran artista venezolano puso la guinda en el helado.
Una lluviosa tarde de domingo se transformó 180° cuando atravesamos los pasillos de la Galería de Arte Nacional (GAN) para encontramos con la maravillosa exposición de Armando Reverón. El trabajo que abarca dos salas presenta un resumen muy certero de su trabajo junto con mosaicos de su vida. Desde sus autoretratos con barba, sin barba, con muñecas o sin sombrero, Reverón es un artista como los del renacimiento.
Desconocía sus distintas facetas creadoras. Más allá de las pinturas donde mostró un dominio tan particular de las técnicas, y tan sensible del color, girando todo en torno a la luz y su permanencia; yo conocía su faceta de arquitecto y de artesano con las muñecas. No pensé que encontraría en él a un Miguel Angel tan perfecto interesado en volar con alas hechas en casa. Entre las piezas que componen la exposición, las alas de murciélago me sorprendieron por lo inesperado, y me pintaron una nueva sonrisa en el interior; ¿qué puedo decir? mi atracción por los vampiros es real.
La mayoría de las piezas presentadas fueron parte del tributo que se le rindió en el MOMA en febrero de este año. Cuadros de distintos períodos, su delantal de trabajo con los pinceles que él mimos elaboró, armazones que simulan el cuerpo humano, cuadernos de música hechos por él mismo, maniquies de alambre, objetos y piezas salidas de sus manos. Me imaginé en el Castillete, con toal claridad visualicé cada una de las jaulas de animales que rodeaban su palacio, los reales como los monos, o los recreados como una pajarera maravillosa llena de aves de distintos tamaños y formas que guindaron en una de las paredes de la exposición.
Caminando entre las piezas, adentrándome en el croquis de lo que fue su vivienda, imaginando como los olores, las formas, los juegos de luz, juanita y su locura se mezclaron, me topé con la más sublime y genial de las obras exhibidas: la mantilla. Ya lo había visto fotografiado con su mantilla en una de las paredes, humilde, despojado de todo, llano y sencillo mostrando su mantilla. Gran cosa me dije yo... el amigo estaba loco... pero al verla zas! el tipo, el Sr. Reverón era un maestro de los más grandes en cada uno de los detalles y la mantilla se queda corta para mostrarlo. La tela de grandes dimensiones fue bordada palmo a palmo para reconstruir una mañana cualquiera en la Plaza Bolívar. Con sus aves, sus ardillas, el chiquillo limpiabotas en la entrada diligentemente lustrando al caballero sentado en su silla, unas señoras que pasean y hablan, mientras quizá se oyen al fondo las campanadas de la Catedral. Las nubes, los árboles, las lozas, la luz... es un trabajo hermoso. Al principio no lo vi, pero acercarme y detallar fue descubrir en 5 segundos una foto realista bordada con hilo negro y retocada con esmero en los vidrios de las farolas. ESPECTACULAR.
Visitar la GAN de cuando en cuando debería ser una exigencia de vida, más aun cuando uno puede aliviar su vida llenarse de energía y sensibilidad con una exhibición tan linda como la de Armando Reverón. Hacía falta uns exposición así, rendirle tributo, recordarlo con su genial locura, apreciar sus transformaciones, sus creaciones, su amor a la forma humana a la mujer completa sin adornos, su temor a la inmesidad de luz y su búsqueda continua. Las pinceladas vigorosas, ténues, explícitas, intuitivas... fue una tarde genial, sin dudas, ver su obra de cerquita debe ser materia obligada para todos. Los invito a que se acerquen.
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