lunes, febrero 5

Ya casi pasó un año: y yo ni me entero

... Que voy a cumplir mi primer aniversario formal en la empresa. Es un cambio para mi. Suelo ser del tipo de persona que al iniciarme en un trabajo por muy a gusto que me sienta, pongo todo en la balanza de la incredulidad y le planteo a mis jefes que así como ellos me evaluarán durante los primeros 3 meses de relación laboral, yo haré lo propio respecto a la empresa, el trabajo y su forma de vida.

Así que pasaban los meses, me fajaba como un dinamo a hacer mi trabajo con todo la energía del mundo y sin planearlo al tercer mes despertaba un día con la hojita de evaluación mental encendida. Coincidía la fecha con ofertas de trabajo que llegaban de otras partes, o reencuentros con amigos que me decían que hacía falta alguien como yo en un trabajo maravilloso de tal o cual característica
y yo me ponía a añorar tiempos mejores.

Si sobrevivía al furor de los 3 meses (casi siempre ha sido así), me planteaba llegar al 6to. mes de relación para volver a ver cómo estaba todo.
De forma incosciente mi cuerpo se iba agotando conforme pasaban los meses.

Me encantaban los compromisos adquiridos, me fajaba con las asignaciones, complacía a jefes y colegas tortuosos con frases de ánimo, sonrisas prolongadas o simplemente haciendo mi trabajo de la mejor forma posible. Sin embargo, un día amanecía oscuro, mi humor comenzaba a cambiar.

Las astillitas de rollos pasados, malestares por objetivos no cumplidos, medias peleas con jefes y/o colegas sumaban, sumaban, sumaban y estallaban entre el desayuno y la merienda. Sin previo aviso. Incluso podía estar disfrutando muuuchísimo una jornada laboral y al día siguiente camino al trabajo mientras revisaba mis lentes de contacto me decía: Me cansé. Trabajo hasta hoy. Y así lo hacía. Días más o menos la idea de irme a otro lado se quedaba conmigo hasta que colocaba la renuncia.


Una vez lo hice al teminar una pelea vía SMS con mi jefe. Furiosa le dije que ya no podía seguir hablando con él porque estaba muy molesta y mejor dejábamos las cosas así. Él, que de terco como oyo tiene mucho, me exigió que cambiara de actitud porque sino tendría que tomar medidas que no quería y yo le remato con un Tranquilo trabajo hasta hoy. Es evidente que no podemos congeniar, que tenemos ideas distintas sobre cómo dirigir esto y mejor dejarle el camino libre a quien se entienda contigo. Fin. Listo. Cerrada la rueda.
Ocurrió que luego hablamos con más calma, menos "gritos", reconsideramos y me quedé.... 6 meses más. Allí le presenté la cartica y me fui.

En otro empleo el proceso reventó a los 9 meses, jefe obsesivo y agobiante, empleada (yo) con la paciencia consumida, le presentó la renuncia con frases similares y nada de sentimentalismos. Renuncia aceptada pero truncada por el Presidente de la empresa -quien nunca creyó en mí- PIDIO que me quedara con mejores condiciones (y una sarta de promesas que luego de 6 meses no se cumplirían). Aquí la amistad hizo que aguantara más; hice todo el preaviso y el día final limpié mi escritorio; mi jefe no daba su brazo a torcer. Recojí mis cosas y me iba al final del día hasta pero me llamó y negociamos: Le dí a la empresa 10 días para completar el ciclo de lanzamientode un producto. Luego de eso ¡Cariño mío adiós!...

No tenía plan B, no tenía otra oferta, ni empleo ni siquiera propuesta, pero me iba. Así lo hice siempre antes. Pero esta vez algo falló, aunque me despedí más que Ilan Chester... seguí con ellos hasta cumplir 2 años. Lo peculiar es que en ese tiempo, la idea de irme siguió latente, y 3 meses antes de renunciar definitivamente un amigo-jefe de otra área me pidió que reconsiderara porque la nueva visión de la emrpesa aprovecharía mejor mis talentos y yo quizá podría cambiarse a su área. El plazo de 3 meses lo concedí por amistad y lo cumplí. Hasta pedí mis vacaciones, pero al regresar las concidicones habían desmejorado lo que me daba una salida limpia. Y también entonces cumplí.


Hoy miro el calendario y me percato de que voy a cumplir mi primer año acá por el simple hecho de que en mi trabajo anterior me siguen adeudando parte de mis prestaciones, y se va a vencer el plazo de ley para cobrarlas. Caso contrario no lo notaría. No he ido contando el tiempo. Sí que me hice la evaluación habitual. Saqué la hojita de evaluación en el mes 3 y en el mes 6, y la guardé creo que con la misma diligencia.... o la boté; no recuerdo.

Esta es la primera vez que me pasa tan sin reservas. Me ofrecieron otro puesto en otra parte, me "entrevistaron" con mucha insistencia; una amiga me mandó una oferta que no hubiese rechazado en otros tiempos... Todos los elementos me picaban el ojo para que la cosquillita esa de irme me abordara... y no pasó nada.
¿Será que el año nuevo trajo mañas nuevas? Es extraño. Empecé este 2007 con mucha presión laboral, con las cuotas de ventas muy superiores, con mayores responsabilidades y con algunos altibajos amistosos con algunos colegas; aún así, veo que mi evaluación anual está a la vuelta de la esquina.

Sé que aun tengo que perfeccionar mi técnica y aprenderme mejor los detalles de los productos, y sin embargo, me siento ¿relajada? respecto al paso del tiempo. ¿Será que maduré? Hace un mes mi jefe me preguntó si pensaba irme de la empresa por una serie de faxes que encontró en mi puesto. Noo, nada de eso. Me asustó la pregunta. Y creo que me más aun me asustó la respuesta. Vaya, buena cosa esa.

2 comentarios:

Jesús Nieves Montero dijo...

en una vida tan dinámica como la de ahora tiene la extrañeza de animal mitológico aquel viejo concepto de "hacer carrera" en una empresa...

habrá que ver qué aporte tiene al respecto el socialismo del siglo XXI...

salud!

j.

martis dijo...

Esperemos que aporte algo mejor (pero estamos claros que no será así). Amor tu mejor que nadie sabes mi odisea por hacer carrera en la empresa. Quizá no duerma el sueño de los muertos antes de lograrlo en el sitio correcto.
Besos