martes, julio 24

Por la Colonia Tovar: paseos y visitas

... que gustan y distraen porque los colonieros se esmeran por brindar buena atención y calor humano.

De pequeños subíamos con gran frecuencia a la Colonia Tovar, un pedacito alemán en el estado Aragua. A mi papá siempre le gustó el clima, la vista y sin dudas, la comida. Además era un buen lugar para llevar a cuatro revoltosos niños: paseos a caballo, pozos de deseos, dulces de toda clase, chocolatico caliente, fresas con crema, museo, parquecitos, molinos, iglesia. Sí, estos paseos forman parte de mi infancia.

Ya tenía como 1 año sin subir y hoy aprovechamos el feriado para acercarnos. El viaje fue más corto que nunca pero igual sirvió para relajar la vista llenándose de verdor, casitas tipo alemán y todo el sabor del rinconcito anclado en el tiempo.

¿Qué hacer por allá?
Lo más
trillado es subir a comer. Sin pena alguna, los comederos sean restaurantes, cafés, luncherías, panaderías, carritos, son de los grandes atractivos de la Colonia Tovar. Desde que uno pasa junto a la enorme vasija roja (ese que señala la entrada de Arte Cerámica Tovar) y aparece el primer cartelito informativo con techito alemán y caligrafía medieval, el camino se abre para mostrar tiendas de comestibles, puestos de verduras, confiterías, charcuterías, establecimientos de venta de recuerdos que ofrecen desayunos, salchichas alemanas, fiambres, etc.

Para comer visitamos los clásicos Café Muhstall en frente de la Iglesia. En la parte alta del local se almuerza abundante típica comida alemana; y/o se disfrutar de postre y tortas de fresa, ruibarbo, queso (una mezcla entre la torta de queso criolla y la de queso gringa), strudell de manzana, en la parte de abajo del local.

El restaurante del Hotel Freiburg también es muy rico. Está en una de las callecitas apartadas del centro, bajando por las caballerizas y siguiendo el camino hasta encontrarlo. Recuerdo varias comilonas familiares rodeados de florecitas mientras se disfruta de rodilla de cerdo acompañada de papas al vapor, ensalada de repollo agrio y cerveza tovareña. En temporada hay que hacer antesala porque no se dan a basto, de la cantidad de gente que desea almorzar allí, además hay danzas tradicionales.

Abundan las panaderías suculentas, esas que atraen a los transeuntes como miel a las abejas. La cultura del pan es algo muy alemán así que acá se encuentra gran variedad de sabores. Nada como el pan de maíz o el pan brot. Hoy compramos uno, tipo campesino, súper suave en el centro, recién salido del horno; uhm.. casi imposible aguantarse las ganas de pellizcarlo para comer un poquito.

Es impelable el Restaurante Rebstock, justo en la entrada del pueblo de la Colonia Tovar, pasando el arco. Este lugar que tiene todos los años del mundo. Es acogedor como muchos de los locales antiguos en el pueblo. Su decoración tradicional está muy bien cuidada, y sus vitrales junto con la carretica de productos o alguna figura/escultura notable recibe al comenzal. Lo fastidioso es el bullicio de la calle afuera, saturada de turistas, carros y autobuses colmados de monóxido.

Algo que descubrí en mi etapa universitaria fueron los paseos en jeep. Existe al menos 2 compañías de excursiones (como Regenwald Tours) que realizan paseos a los senderos más agrestes de la población. Las rutas habituales incluyen un paseo por la zona de siembras, incursión al Pico Codazzi, caminata por los árboles centenarios. Otro paseo lo lleva a uno a descubrir los petroglifos y la cara rural de la Colonia; además del muy preciado tour a Puerto Cruz, que permite bajar hasta la playa para regresar al pueblo al atardecer.

Cuando deseen quedarse pueden pasar a Las Residencias Gutt. Un apacible lugar con cabañas para todos los gustos. Algunas cuentan con cocina equipada, otras con chimenea, todas tienen TV por cable, agua caliente y capacidad para varias personas. Desde la habitación matrimonial, hasta un piso completo para una cabaña familiar con capacidad para más de 10 personas.

Un paseito a la Colonia Tovar un fin de semana cualquiera es una opción exitosa. La clave es subir temprano, antes de las 10 am para evitarse el tráfico encendido, conseguir buen estacionamiento y recorrer con calma. La temporada baja es ideal para cuadrar paseos y excusiones al Jarillo, quedarse un fin de semana tranquilo y cenar románticamente antes de irse a las contadas discotecas o bares del lugar. En temporada alta, la historia es muy distinta; una hasta puede tomarle reconcomio al poblado porque es insuficiente desde todo punto de vista.

En Carnavales, por ejemplo, es toda una odisea caminar por sus empinadas calles en vista del exceso de gente, curioseando las tiendas, peleándose por un puesto o haciendo cola para adquirir algo de comer o beber. Mientras pasan los lugareños disfrazados de monos asustando y gastándole bromas a los distraidos (más de un susto le han pegado a mi mamá estas hordas de simios traviesos, jeje).

Como siempre, volver a la Colonia Tovar es recordar pedacitos de mi infancia y adolescencia. Hoy el paseo fue terriblemente flash, sin embargo, ayudó a traer memorias de paseos y visitas espectaculares que les contaré en otro post, otro día.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Difiero en recomendar el Restaurante Rebstock en la Colonia Tovar, ya que la calidad de la comida y la atención es la peor que he visto. Si desea tardarse más de (2)dos horas para que lo atiendan y de paso la comida sea malísima, entonces, sí quiere visitelos.

Anónimo dijo...

De baja calidad el servicio que ofrece la compania de excursiones Regenwald tours, ofrecen una hora de salida que no respetan, poca o nula orientacion a los clientes sobre el sistema de abordar, violan la regla de no tomar en el transporte, los inconvenientes los solucionan a su conveniencia y al reclamar molestan y asumen la postura mediocre de jugar con las palabras