martes, agosto 21

La pava: días de luto

... que a nuestro pesar no se acaban.

Tenemos casi 6 semanas viviendo un temporal negro. Han fallecido 4 personas de seguido. Tenemos la moral afectada, no salimos del impacto. Cuando uno se relaciona con las mismas personas por mucho tiempo empieza a sufrir sus tristezas y a reir con sus alegrías. Nos damos ánimos, nos apoyamos, nos consolamos, pero por más que nos concentramos es indisimulable el brumoso gris que nos acompaña durante la jornada.

Han sido semanas amargas. Esto no comezó ahorita, pero su gravedad sí se acentuó y no disminuye. El padre de un compañero, cuya enfermedad ya parecía controlada, sufrió una crisis a media tarde. Durante la madrugada falleció.

Semana y media después (¿o quizá fue menos?) conocemos de la emergencia de la madre de otro de los nuestros. Caras largas, conmoción, dudas. Todo se junta con una crisis terrible que sufre la hermana de otro compañero. Esto nos golpó hondo a todos. Ella joven, sana (lo habitual para un profesional estresado, madre de niños pequeños), dinámica. Ya el corazón tiembla pensando las perspectivas, en ambos casos no parecen positivas... se mantiene alguna esperanza.

La señora mayor pasa a coma estable. La hermana de nuestro compañero se recupera de terapia intensiva. Palmadas en la espalda, sobreviviremos al susto, todo está pasando. Pero no. Las malas nuevas llueven como las ondas tropicales. Ya el café del desayuno lo tomamos allá respirando gris y negro. Esa semana despedimos a la señora mayor, la semana siguiente a la joven.

La calma se espesa. Una compañera que lleva un bello embarazo (el primero en muchos años acá por lo que se dice) debe aceptar reposo absoluto por 5 días, la barriga tiene alerta amarilla... ella lo cumple a medias, ya se siente mejor. Regresó el lunes. Tenemos dudas pero empezamos a creer que lo pero ya pasó.

Cuando apenas la semana pasada las medias miradas empezaban a corregirse, quizá porque creíamos (al menos yo) que lo peor se había ido, el papá de otra compañera, de otra área, empezaba una neumonía. Hoy las noticias se repiten. No queremos hablar. El rumor se dice, se habla bajito, se evita comentar pero comentamos. Nubes negras. Es normal, es la vida, solo que ha golpeado rápido, seguido y cruelmente. Heraldos negros, se van los buenos... los otros, nosotros hanging in there.

1 comentario:

Kocol dijo...

La mayor bendición es ampliar nuestra familia fuera de la propia. Así, el apoyo y la ayuda en momentos difíciles se multiplica y se suavizan las tensiones. La vida es para vivirla a plenitud y, sí, en algún momento hay que despedirse de ella pero qué lindo es tener a alguien al lado que nos recuerde que a pesar de eso nos queda la posibilidad de honrar a los caidos creando felicidad a nuestro alrededor. Benditos sean los amigos y la familia.