miércoles, diciembre 6

Navidad llega a la oficina: pongamos el arbolito (II)

Ya se están caldeando los ánimo con el tema del arbolito. Sin embargo hemos avanzado en su selección y compra. Lo que queda es fácil ¿no? En el medio del camino alguien suele opinar que es mucho trabajo colocar todo esto por tan pocas semanas -entiéndase que el dinero para el árbol finalmente se logró el 10 de diciembre y se trajo a la oficina rozando el 12, en la noche... y después del 15 la mitad de la nómina fija sale de vacaciones. Pero no importa; el ánimo fiestero se superpone a estas desalentadoras llamadas a la realidad.

Ya el árbol se colocó y se logró acuerdo en los colores de la decoración, el estilo y la cantidad de adornos. Se puede decir entonces que estamos listos para ensamblar. Quedó pendiente el detalle de las luces. Entre tantos modelos, modas, colores y funciones, se prende nuevamente la tormenta de ideas por las más convenientes, las más prácticas, las que son
"bueníiiiismas porque no se queman y si se funde una las demás brillan". Alguno que otro opinará que es mejor comprarse unas luces con sonidos, esas que titilan al ritmo de la música que tocan, "claro que le bajamos el volumen para que nadie se aturda", mientras que otra persona cree que mejor es dejarlas blancas y fijas para mayor seriedad.

Lo que algunos pasan por alto es que en medio de estas democráticas discusiones, el administrador de caja chica se fue con su asistente, eligió los adornos, las bambalinas, las luces y todas las bolas doradas que se acordó, fue a caja y pagó. Malas caras, malestares, aplausos, apoyos o rechazos. Esto es lo que hay! y si no lo armamos hoy de nada habrá valido el esfuerzo.

Solventadas las fases previas el día del ensamblaje, FINALMENTE llega: HOY PONEMOS EL ARBOLITO. Hay muchos directores de escenografía, muchos ánimos y pocas manos. Poco a poco los valientes dedican 15 minutos a colaborar y culminan la faena 4 ó 5 personas rutinarias: la asistente del gerente, la recepcionista, el amigo de relaciones públicas y algún asomao que pasó por allí y se animó. Sugerencias muchas, manos pocas pero dispuestas.

Solo queda la estrellita o el tope del árbol: algunos apuestan al Santa, otros prefieren un ángel, lo más rebeldes se aquietan con una estrella tamaño mega y cerrado el caso. Listo se logró montar el árbol. ¿Intenso no?

Sin importar lo cuesta arriba del proceso de instalación, al final el 90% de los que convivimos en la oficina quedamos satisfechos con la labor realizada. Solo unos pocos se paran a pensar en que también sería bueno consider a veces el ánimo de quienes tendrán que desmontar, limpiar y guardar los perolitos hasta el año siguiente.

3 comentarios:

Lilia dijo...

No he vivido esa experiencia pero de sólo imaginarla sonrío y me alegro de ser una Grinch.
Saludos

martis dijo...

Malefica, siempre es un gusto tenerte por acá. Fíjate que ser Grinch es muy conveniente es esta época.. aunque como tu bien dices en tu blog, Tienes tu corazoncito...
Un besito!

Jesús Nieves Montero dijo...

¡Vende patrias! Poniendo una barbaridad que demuestra lo colonizado e imperialista de su visión de la natividad...

¡Qué viva el pesebre!

Saludos revolucionario mesmo!

j.