domingo, enero 28

Domingos de bong y bong: ensayo musical

Es que la “música” quiéralo o no me acompaña de cerca muchas veces sin estar invitada.

Crecí de vecina de un artista en ciernes. Bueno, mi vecino era amante de la música, tenía un mini estudio de grabación que compartía pared con nuestro apartamento, desde allí inició una radio pirata - hoy seguramente les diríamos radio "alternativa"- desde allí componía música y hacía arreglos musicales a diversos artistas y jingles con el más sano sabor electrónico.

La música -o sus sonidos y notas en elaboración- rondaban la sala de la casa con frecuencia sobre todo lo fines de semana y las tardes-noches en general. Al amigo vecino le gustaban los ensayos nocturnos y si estaba inspirado el volumen subía y subía.


Cuando me mudé al apartamento con mi hermana, el ambiente era tranquilo salvo las tardes y los fines de semana, momentos en los que tanto los vecinos de la calle de enfrente fresquiaban en sus patios junto con música llanera o vallenatos estridentes... tanto que yo vivía en un piso 3 y esas casas estaban a una calle de distancia. Si me faltaba ánimo, solo tenía que abrir la puerta del apartamento un sábado o domingo en la tardes para dejar que entraran los sonidos más rítmicos del apartamento B del piso 1, cuyos dueños alegres, simpáticos y animosos constantemente tenía el equipo de sonido -fuese minicomponente o picó- dispuesto a regalarle las mejores rancheras a todos los que habitábamos allí.

Ahora que vivo en la casita, pensaba que el sonido ambiental de mis vecinos no estaría presente porque nuestros linderos los compartimos con el patio de la casa y éste a su vez con el barranco. Nada de paredes compartidas, nada de apartamentos arriba o abajo de nosotros. El privilegio de la música comunitaria de las tardes de los fines de semana se hacía finalmente lejano.

Pero no fue así. Estimo que tenemos adolescentes nuevos, inquilinos nuevos o simplemente hobbies nuevos porque ya no es música o sonidos en pos de una composición musical estructurada. Ahora estoy acompañada por las conversaciones animosas de un par de baquetas, unos redoblantes y un bombo, que se juntan y dale que te dale, llevando el ritmo, tratando de sonar cada vez mejor en conjunto con la pista musical subyacente. Ahora tengo a mi propio rock star in progres, practicando ávidamente hasta lograr que lo acepten como el nuevo ídolo o grupo de esta generación.

....Y yo que me reía calladita de la pequeña tortura de mi suegra y su vecinito baterista. Vaya que ella tenía una pequeña piña en la pared de junto, un tun-tum repetitivo, poco cadencioso y muy persistente. ¿Será mi castigo por haberme alegrado de ir a su casa solo como visita, cada vez que el mediosordo muchacho la emprendía con la batería como si de derrocar al gobierno se tratara?

Me morderé la lengua, no hay más que decir. Los ensayos musicales inesperados, de tardes de sábado y domingo, esos momentos muertos donde uno desea oír un buen lounge o un chill out o bosa nova tipo tranquilo tomándose algo, haciendo jardinería o comiendo rico, han quedado para el recuerdo. Lo mío por lo visto debe ser música incidental de tuqui tum, de gaitas o batería no importa, pero comunitaria al fin.

9 comentarios:

Chigüire dijo...

Me encantó tu crónica :-)... quisiera tener un vecino que tuviera buena inspiración musical

Lindisima dijo...

jajaja, que broma por eso uno no se debe de burlar del mal ajeno.... con tal y toque con ritmo, besitos.

fitziane dijo...

Yo viví por dos años en la cima del barrio de Las Minas. Desde el balcón de mi apartamento se veía todo el vallecito. Los sábados en la tarde, abajo en la calle principal, practicaba un grupito de salsa. Comenzaban muy bien, tuqui tuqui tuqui tú, con mucho sabor y ritmo. El problema era que nunca, pero nunca, pasaban del cuarto compás. Llegaban justo cuando iba a entrar el cantante y zás: coito musicus interruptus.

martis dijo...

Chigüire, gracias por visitar y dejar un comentario. Yo espero con calma que estos vecinitos rockstar aprenda pronto, y aprendan bien. Ya te contaré de los acontecimientos, jeje.
Saludos!

martis dijo...

Lindisima, tienes toooda la razón; lo mal o es que uno no aprende vale.. :-( Gracias por visitarme. Seguimos en contacto, besitos para ti también.

martis dijo...

Fitziana es algo similar a mi caso actual. La música creo que viene de un vecinito que está en la calle de abajo, esa que se medio nota al final del barranco... y de remate casi todos los viernes en la noche en Baruta se arman las parrandas hasta el amanecer, jeje. Yo sinceramente prefiero a los vecinitos bateristas que las rumbas eternas, pero ¿qué se le hace?
Un beso y espero que no esté muy frío por China.
Saluditos!

pelirroja78 dijo...

Yo tengo unos tambien, son tres hermanos, la chica del piano, y los otros dos son bateria y guitarra, el ensayo los domingos a las 2 de la tarde....que suerte que por lo menos lo hacen bien....le deseo lo mejor a tu vecino Rock Star in progress.....para que en vez de aturdir sea digno de escuchar

fitziane dijo...

Justo la noche que te escribí el comentario, escuché la reverberación de un bajo, puzcha puzcha, puz puz puzchapucha. Era mi vecino ecuatoriano. Tenía desde que salí de Venezuela sin escuchar música ajena así. Créeme que no me dió ni un poquito de nostalgia por mi grupito de salsa interrumpido.

martis dijo...

Jajajajaja Josi, lo siento. A veces hay recuerdos que una no quiere volver a vivir. ¿Qué es eso del grupo de salsa interrumpido?